Hay un momento en la vida, para algunos más temprano para otros más tarde, en el que una persona empieza a cuestionarse la verdadera identidad de los Reyes Magos.
Lamentablemente un día cualquiera, cercano o lejano al 6 de enero, uno se entera de la dichosa verdad. O por lo menos de esa que es voz pópuli “Los reyes magos son los padres”.
Algunas personas deciden mantenerse en la ignorancia y pasar un par de noche de reyes más haciéndose las despistadas, para poder seguir viviendo esa noche con la misma ilusión, o para no decepcionar a los reales reyes magos (valga la redundancia), que con tanta ilusión hacen de puntillas recorridos por toda la casa, buscan escondites nuevos cada vez. Esos que beben la bebida a la salud de Melchor, Gaspar y Baltasar y comen la hierba en honor a los camellos que los desplazan (ante la terrible sospecha de estar a punto de ser descubiertos).
Tarde o temprano asumimos que los Reyes Magos no son tres, no viven en oriente, no saben conducir camellos, que no son reyes y, lo peor de todo, que no son magos.
Desde ese momento pasamos de la euforia y el desasosiego que nos provoca la proximidad del 6 de enero, a la absoluta apatía, pasando por el escepticismo. En algunos casos para no perder la ilusión por completo algunas personas adultas se aprovechan de ciertas excusas que nos ofrece la vida como “como hay niños pequeños en la familia… ”.
durante los años siguientes los sustitutos de los Reyes Magos y sus pajes hacen lo que pueden para que no perdamos la ilusión. Pero en muchos casos este trabajo es en vano.
Descubrir la verdadera identidad de los Reyes Magos nos marca el comienzo de un camino hacia
la seriedad, los problemas necesarios para crecer, la toma de decisiones importantes, la madurez. En otras palabras nos marca, de una manera u otra, el comienzo de un camino que no lleva a la vida adulta.
Pero un día cercano al 6 de enero, ya con canas en la cabeza, nos descubrimos esperando el momento de despertar, de mirar que hay en las cercanías de nuestro zapatos, de disfrutar los reyes por nosotros mismos, sin excusas, sin miedo a que se rían de nosotros por creer una vez más en algo que según dicen los mayores (menores que nosotros) no existe.
Entonces vuelve la ilusión de pensar que los Reyes Magos son tres, viven en oriente, saben conducir camellos, que son reyes y, lo mejor de todo, que son magos y están dispuestos a sorprendernos una y otra vez en cualquier momento de nuestras vidas haciendo que nuestros deseos se conviertan en realidad.
En es momento descubrimos la verdadera identidad de los Reyes Magos.
Lamentablemente un día cualquiera, cercano o lejano al 6 de enero, uno se entera de la dichosa verdad. O por lo menos de esa que es voz pópuli “Los reyes magos son los padres”.
Algunas personas deciden mantenerse en la ignorancia y pasar un par de noche de reyes más haciéndose las despistadas, para poder seguir viviendo esa noche con la misma ilusión, o para no decepcionar a los reales reyes magos (valga la redundancia), que con tanta ilusión hacen de puntillas recorridos por toda la casa, buscan escondites nuevos cada vez. Esos que beben la bebida a la salud de Melchor, Gaspar y Baltasar y comen la hierba en honor a los camellos que los desplazan (ante la terrible sospecha de estar a punto de ser descubiertos).
Tarde o temprano asumimos que los Reyes Magos no son tres, no viven en oriente, no saben conducir camellos, que no son reyes y, lo peor de todo, que no son magos.
Desde ese momento pasamos de la euforia y el desasosiego que nos provoca la proximidad del 6 de enero, a la absoluta apatía, pasando por el escepticismo. En algunos casos para no perder la ilusión por completo algunas personas adultas se aprovechan de ciertas excusas que nos ofrece la vida como “como hay niños pequeños en la familia… ”.
durante los años siguientes los sustitutos de los Reyes Magos y sus pajes hacen lo que pueden para que no perdamos la ilusión. Pero en muchos casos este trabajo es en vano.
Descubrir la verdadera identidad de los Reyes Magos nos marca el comienzo de un camino hacia
la seriedad, los problemas necesarios para crecer, la toma de decisiones importantes, la madurez. En otras palabras nos marca, de una manera u otra, el comienzo de un camino que no lleva a la vida adulta.
Pero un día cercano al 6 de enero, ya con canas en la cabeza, nos descubrimos esperando el momento de despertar, de mirar que hay en las cercanías de nuestro zapatos, de disfrutar los reyes por nosotros mismos, sin excusas, sin miedo a que se rían de nosotros por creer una vez más en algo que según dicen los mayores (menores que nosotros) no existe.
Entonces vuelve la ilusión de pensar que los Reyes Magos son tres, viven en oriente, saben conducir camellos, que son reyes y, lo mejor de todo, que son magos y están dispuestos a sorprendernos una y otra vez en cualquier momento de nuestras vidas haciendo que nuestros deseos se conviertan en realidad.
En es momento descubrimos la verdadera identidad de los Reyes Magos.
José Campanari (52 años)
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